– Qué significa «domesticar» ? – dijo el principito.
– Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa «crear lazos…»
Tengo la sensación de que hablar de “domesticar” o de “lo doméstico”, se ha ido convirtiendo en algo de lo que muchos quieren distanciarse. Es como si estuviera ligado a la pérdida de libertad, de espontaneidad, de juventud… como si lo doméstico fuera sinónimo de sometido, poca cosa, aburrido o mediocre… y sin embargo, también siento que cada vez más gente, sin saberlo, anhela inmensamente todo lo que implica la domesticidad.
A mi lo doméstico es algo que me genera afecto, tranquilidad y bienestar, me habla de casa, intimidad y cuidado y creo que deberíamos detenernos un poco más en este término que se ha vuelto tan poco querido por tantos.
En una casa, por ejemplo, la domesticidad no es sólo todo lo que en ella sucede referido a “las labores domésticas”, se trata más de las emociones que se perciben en la misma, de los lazos que en ella se han construido. Es ese algo intangible, que tiene que ver con quienes habitan ese espacio y que se refiere a la intimidad y a la consagración al hogar.
La casa doméstica entonces, ya no es solo un espacio que da refugio a cosas y emociones, sino que se convierte en un lugar, entendido como ese sitio que significa una experiencia para cada uno de nosotros, es decir que nos afecta, nos interpela y por ende nos transforma.
Releyendo un texto, que atesoro desde hace mucho, encontré que la domesticidad en la casa no es sólo un logro de la burguesía, sino, sobretodo es un logro femenino. Y creo que ahí está una posible explicación a por qué hoy la domesticidad se ha vuelto algo un poco rechazado.
Creo que ese logro femenino, tal vez más adelante se convirtió en símbolo de lo que debía rechazarse para poder pelear por un lugar de equidad con los hombres… Si, necesitábamos distanciarnos de aquello que se nos había otorgado solo a nosotras y además como única posibilidad en la vida, pero que en el fondo, en el momento en que no es obligatorio, sino opcional, creo a todos nos hace falta. Quizás por el camino, se nos perdieron elementos que deben ser rescatados, porque muchas y muchos malentendieron lo que significa el feminismo… no sé si por necesidad o porque caímos en la trampa de entender el feminismo en código masculino. Cómo si se tratara de una guerra de poderes en donde elementos como lo doméstico se entendieron atados al sometimiento y la renuncia.
Pienso con frecuencia que el mundo de hoy está sinceramente necesitado de nuestra capacidad femenina de la domesticidad. De ese no sé qué que se siente cuando tenemos lazos afectivos sólidos y nos hace a todos más fuertes no por el poder que tenemos frente a otros, sino por lo empoderados que nos sentimos ante nosotros mismos (que es diferente). Qué nos hace sentir seguros, plenos y respetados, lo cual nos permite crear lazos en esos mismos términos.
Pero la domesticidad, no es solo una capacidad de mujeres, ahí es donde se enredaron las cosas… en creer que lo femenino corresponde exclusivamente a las mujeres y lo masculino a los hombres.
Lo doméstico, ese espacio íntimo en las relaciones humanas o en la casa, ese lugar que nos permite crear lazos, y fortalecernos lo pequeño, lo cotidiano, es o debería ser permitido para todos, hombres y mujeres.
La casa, como territorio de lo doméstico, es entonces, definitivamente un símbolo que tenemos que resignificar y concebir como un logro y un triunfo al que debemos tener derecho todos.
Sería maravilloso que entendiéramos la casa como ese lugar que nos permite hacernos cargo de nosotros y de quienes queremos, que nos permite darle valor a nuestras más básicas necesidades, amar, comer, descansar, soñar, reír, llorar, ser, estar… y que nos pertenece a todos, no sólo a las mujeres.
Porque el valor de la casa está en lo doméstico. En las pequeñas cosas de la cotidianidad que nos enriquecen la vida y que nos enseñan que lo valioso está dentro y en las relaciones que establecemos (incluso con nosotros mismos), en esos actos del día a día casi siempre inadvertidos que construyen y reflejan nuestro ser.
Esa, esa casa en donde se crean lazos, es la casa que busco construir, para mi, para ti, para ella. Una casa en donde la domesticidad, la estamos tejiendo juntos y nos la estamos gozando todos.
Tal vez, hoy debíamos volver a darle un lugar destacado entre nuestros anhelos a lo doméstico. Yo ya se lo he dado.
*quiero dejar aquí este maravilloso video que encontré mientras escribía estas palabras.